Descripción
A partir de los años sesenta y más aceleradamente después de los ochenta, la población musulmana en Europa ha ido creciendo –sobre todo por la emigración de carácter laboral, pero también política e incluso social, a través de los sistemas de reagrupación familiar– de forma consistente, hasta el punto de constituir hoy en día en todos los países occidentales una minoría cada vez más visible y consciente de sus derechos colectivos, comenzando por el de que la sociedad y los poderes públicos respeten su identidad cultural, una reivindicación que ha encontrado uno de sus vehículos más efectivos en las organizaciones, surgidas en los países de origen de los emigrantes.